ENTREVISTA CON PACO NADAL, VIAJAR ES VIVIR
Paco Nadal, aunque estudió Ciencias Químicas, siempre tuvo claro su gran pasión; viajar por el mundo y contarlo. Periodista especializado en viajes, escritor y fotógrafo, ha escrito artículos para revistas como el National Geographic y Lonely Planet. Colabora con la Ser y con el suplemento de viajes de El País; El Viajero, además de presentar series documentales en Canal Viajar. Podréis encontrar sus relatos de viajes en el blog de viajes de El País.
Has hecho de viajar una forma de vida, ¿nos puedes contar cómo ha sido ese proceso?
Una de las pocas cosas claras que he tenido desde pequeñito ha sido que quería viajar. Siempre estuve envuelto en movimientos viajeros, montañeros, y de espeleología, pero por circunstancias de la vida me tocó estudiar Químicas, hasta que pensé que la vida solo se vive una vez y que no merecía la pena malgastarla haciendo lo que a uno no le gusta. Lo dejé todo, empecé de nuevo y me reciclé como periodista, entonces yo ya escribía, hacía fotos, y puse todo mi empeño en vivir viajando. Al principio no sabía como, no tenía claro si montar una agencia de viajes, fui poco a poco, la vida me fue poniendo en esto del periodismo de viajes y así llegué, por una voluntad aferrada de querer hacerlo a lo que se une, que he tenido suerte.
Ahora que viajar es un trabajo, ¿sigues disfrutando de los viajes?
Sí, hombre, se pierde un poco la capacidad de emocionarse y de sorprenderse, no es lo mismo el primer viaje a Perú que el quinto, o la primera vez que realizas el desierto o vas a un océano. Pero no he perdido un ápice las ganas de viajar y de hecho si estoy más de dos semanas en casa ya me siento mal.
Sé que te gustan los deportes de aventuras en los viajes, ¿nos puedes contar cual ha sido tu mayor aventura en el mar?.
Probablemente la que acabo de hacer, llegar al atolón de Kapingaramangi, allí perdido en la Micronesia, por que supuso 11 días de travesía oceánica. Hasta ahora había hecho muchos recorridos a vela, siempre costeando, haciendo cabotaje en torno a islas, al mediterráneo, pero aquel fue mar abierto, 45 pies sin ninguna asistencia ni ninguna posibilidad de rescate por que estábamos en un sitio muy remoto. Sin duda ha sido el viaje náutico más complejo y más difícil que he hecho.
El Cabo de Hornos es uno de los lugares míticos de la navegación, ¿Qué supuso para ti esa travesía?, ¿te lo imaginabas diferente o crees que cruzar el cabo de hornos es tan complicado como su fama lo pinta?
Si vas a navegar en un barco grande a motor tipo crucero ya no es un problema. La primera vez que hice el Cabo de Hornos fue en un barco a vela, fue una gran experiencia, un gran viaje. Es verdad que no estábamos en mar abierto, íbamos siempre costeando y en un momento dado te puedes buscar refugio en una cala, y meterte en ella, como tuvimos que hacer en alguna ocasión, pero también fue una buena aventura porque lo hice en un barco de 23 metros a vela y me recordó un poco lo de aquellos galeones antiguos que tenían que pasar por ahí a vela con aquel vendaval que siempre les pillaba en contra.
¿Cómo es bucear con tiburones?, ¿son tan fieros como creemos?
Que va, lo que pasa es que Spielberg les dió una mala fama a los pobres que ahora la gente piensa que un tiburón se levanta por las mañanas pensando que hombre se va a comer y los tiburones no comen seres humanos, no somos su comida. Son animales irracionales y de costumbres y comen lo que han comido desde hace millones de años. Un ataque humano siempre es un error, estabas donde no debías, un cúmulo de circunstancias. Bucear con tiburones es muy placentero. Para mí, el buceo con tiburones y con pecios es de lo que más me gusta del buceo y lo más emocionante. He buceado con tiburones de muchas especies en muchas partes del mundo y nunca he sentido peligro, todo lo contrario, una paz interior y sobretodo una belleza verlos evolucionar, son animales magníficos, maravillosos, verdaderos torpedos, capaces de moverse a una velocidad tremenda, pero cuando pasan a tu lado, majestuosos, tranquilos y apacibles, dan ganas de tocarlos, parecen borreguitos, nunca me han dado miedo. El tiburón blanco quizás es el que sí tiene cara de malo, con él he buceado en jaula y la verdad que te mira con esa cara de malo y da miedo.
Si pudieras perderte en un velero por alguna parte del mundo, ¿donde irías?
Por el mediterráneo, sin duda. Es mi mar favorito, más que el Caribe u otros sitios tropicales. Quizá porque fue donde nací, y es el mar de mis sueños y de mis atardeceres. Me perdería por cualquier cala de una isla mediterránea.
¿Te llamaría la atención dar la vuelta al mundo a vela?
Me llamaría la atención pero no creo que lo hiciera, no soy tan apasionado de la vela como para embarcarme en eso, me gustaría dar la vuelta al mundo pero preferiría darla por tierra por que puedes ir teniendo más contacto con las gentes y con los lugares y otras culturas. La vida del navegante es muy solitaria y muy dura. Yo la comparo con las de los ochomilistas, creo que hay poca gente tan dura, tan aventurera y tan extrema como un navegante solitario o un escalador de ochomiles, son verdaderos héroes.
¿Hay algún lugar que aún no conozcas y desees ir?
Me quedan muchos, por ejemplo nunca he estado en la India, es mi manchón en el curriculum viajero, es una cosa que tengo ahí pendiente. Un día iré a la India.
¿Se siguen encontrando lugares paradisíacos en el mundo por conocer?
Ya no queda ningún lugar por descubrir, pero está el reto personal, es decir, si que quedan muchos lugares por descubrir para ti, para tus emociones, para tus sensaciones, en ese sentido sí que queda tierra ignota, todo lo que no hayas visto o no hayas ido para ti que este todo en Google Earth o cartografiado, si tienes el corazón un poco sensible te va a sorprender exactamente igual que si fueras el primero en llegar a las islas de Madagascar o a una isla perdida o un atolón perdido en el Pacífico.
¿Algún momento inolvidable en un viaje?
Muchísimos, las noches blancas atravesando Groenlandia con esquíes, las noches estrelladas de este último viaje por el Pacífico en el velero hacia Kapingamarangi las recordaré toda la vida. También tengo muchos recuerdos del desierto del Sáhara.
¿Tu peor pesadilla de viaje?
No encontrar una cerveza fría cuando estoy agotado y reventado, esa es la peor pesadilla de un viajero amante de la cerveza como yo.
¿Has hecho verdaderos amigos viajando?
Podría decir que he conocido gente maravillosa, pero no puedo decir que hemos seguido siendo grandes amigos por que la amistad precisa de una cercanía, de una comunicación y eso se pierde. He conocido a grande gente que me gustaría seguir en contacto con ellos, pero por desgracia no he podido.
¿Es España el mejor lugar para vivir?
No, el mejor lugar para vivir es aquel en el que se nace, se tienen los recuerdos y las personas queridas. Es absurdo decir que un sitio es mejor que otro por que cada uno te dirá que el mejor sitio para vivir es el suyo. He tenido la suerte de estar en los sitios hipotéticamente más maravillosos del mundo; he visto las islas de Taití, Bora-Bora, paraísos terrenales, y sitios que ni podrías imaginar, pero ninguno me ha atraído tanto como para quedarme ahí. Yo he nacido cerca del mar Mediterráneo, en Murcia. Desde que tenía un mes de vida, he estado en el Mar Menor porque mi familia tenía una casa allí y ese ha sido mi paisaje emocional, por eso el sitio donde yo quiero estar es la casa que tengo en el Mar Menor, desde donde solo se ve el Mar, ese es mi lugar favorito.
Al final, uno es de donde están los recuerdos y las personas que uno quiere y ahí es donde quiero volver.
¿Nos puedes dar un consejo viajero?
Viaja como una esponja, procura empaparte de todo lo que te rodea, solo así disfrutarás plenamente de un viaje.
Entrevista en exclusiva para SailandTrip por Valeria Quesada.
Vídeo de la travesía a Kapingamarangi; 900 millas a vela