NAVEGACIÓN OCEÁNICA, UNA FORMA DE VIDA
La navegación oceánica es ya una forma de vida para Antonio Doria y su mujer Ana Roca. A bordo del Tam-Tam, un velero de aluminio de 14,50 metros de eslora, Antonio ha recorrido ya más de 140.000 millas completando entre ellas 24 travesías oceánicas. Durante la temporada de verano el Tam-Tam navega por el archipiélago balear, a mediados de octubre se traslada a Canarias donde se preparará para a finales de noviembre cruzar el atlántico a vela rumbo al Caribe. Tras la temporada de chárter caribeño, el Tam-Tam regresa en la primavera a España por las Azores.
Tenemos el placer de conversar con Antonio, quien nos cuenta sus comienzos, sus experiencias, los lugares más bellos que han visitado, las dificultades de navegar por el caribe, la pesca durante las travesías, nos aconseja en la preparación de travesías de navegación oceánica y también nos brinda la oportunidad de disfrutar junto a él y su familia de alguna de sus aventuras oceánicas.
¿Cómo empezó el proyecto Tam-Tam?
El mar y los barcos han sido siempre una pasión para mí, desde muy pequeño. Por eso fue bastante natural el acabar trabajando en veleros, haciendo traslados, o como patrón de otros barcos. Ejerciendo esos trabajos había tenido a bordo invitados de los propietarios, y encontré satisfactoria la actividad de llevar gente y hacer que disfrute de su estancia a bordo. Estando en uno de esos viajes, navegando por las Antillas, me topé con el Tam-Tam, un velero de aluminio de 14 metros, que en aquel momento se encontraba en venta. Fue un flechazo inmediato, así que sin pensármelo mucho, me tiré a la piscina.
¿Cuál y cómo es el salto que hay que dar para pasar del sueño de vivir navegando a hacerlo una realidad?
En mi caso tuvo mucho que ver el no necesitar demasiado todas las cosas materiales y comodidades a las que renuncias con este tipo de vida. Pero supongo que lo básico es el tener una pasión, un objetivo claro, que te ayuda a focalizar tus esfuerzos en aquello que persigues. A partir de ahí, un poco de suerte, un par de decisiones acertadas, y ya estás en camino. De todas formas para mí fue un proceso bastante natural porque desde siempre ha sido mi ilusión. Tengo que decir que tuvo mucho más mérito la decisión que tomó en su momento Ana, la que hoy es mi mujer, que me conoció ya navegando y que a pesar de tener una vida muy diferente (ella es diseñadora de moda y siempre había trabajado en ese entorno), se apuntó al proyecto con una valentía envidiable. Y ahí seguimos.
¿Cuáles son las mayores dificultades burocráticas que os habéis encontrado?
La verdad es que la administración no pone nunca las cosas fáciles, y menos aún en el tema de la náutica. Todo son problemas y trámites farragosos, pero la obligatoriedad de hacer un cambio de bandera a pesar de tener una bandera ya comunitaria nos causó muchísimos problemas, hasta el punto de estar en algún momento a punto de tirar la toalla. Paradójico, porque recientemente, muchos años después de aquel calvario, la Marina Mercante ha reconocido que no puede obligar a un barco de bandera comunitaria a cambiar a pabellón español…
¿Qué tipo de viajes ofrecéis?
Proponemos dos tipos de navegación claramente diferenciados:
Por un lado, las travesías oceánicas, orientadas a gente con ganas de aprender y vivir una experiencia de navegación intensa. Estos tripulantes suelen ser gente que viene sola y comparten los trabajos, las guardias y la experiencia en general con el resto. Este tipo de viajes, de hasta 20 días de navegación sin escalas son también, a mi modo de ver, una forma de conocerse a sí mismo, una especie de viaje interior.
Por otro lado, los cruceros de verano e invierno, que se realizan en Baleares o las Antillas, de una duración mínima de una semana, en los que nosotros realizamos todos los trabajos a bordo, con un contacto diario con tierra y cuyo objetivo es que la gente conozca y disfrute de la navegación y la vida a bordo, se relaje y desconecte de todo, es decir, unas las vacaciones ideales y sin stress. Desde hace unos 10 años, cuando decidimos tener un hijo, nuestro público principal son las familias con niños. Para ellos, hoy en día, la presencia de nuestra hija Tula a bordo no sólo no es un inconveniente, sino que es un valor añadido, al tener a bordo a la anfitriona perfecta para sus peques.
¿Cómo se lleva la convivencia a bordo? ¿habéis tenido alguna vez algún problema con un pasajero?
La verdad es que creo que hemos sido muy afortunados, pues nunca ha habido una dificultad grave. Y no es ninguna tontería: un problema de convivencia serio en una travesía larga, la podría convertir en un infierno. En ese sentido creo que la situación saca lo mejor de todo el mundo, y la evidencia de que, hasta llegar al otro lado, nadie se puede bajar, hace que los posibles roces se lleven con buena voluntad, humor y diplomacia. Hoy en día cuento como amigos a la mayoría de mis tripulantes de travesías. En el caso de los invitados de cruceros costeros todo es más fácil, se desembarca un rato todos los días y además la gente viene a disfrutar, y se relajan tanto a bordo que todo es sencillo, así que la relación con ellos es muy fácil. Y quizá sea esto lo más satisfactorio de nuestro trabajo.
Organizáis cruceros en familia, ¿Cómo es viajar con niños?
Para nosotros es muy natural, porque nuestra niña embarcó cuando tenía 20 días… los niños se adaptan con una rapidez asombrosa. A bordo todo es nuevo para ellos, así que pasan el día descubriendo y disfrutando. Hasta cuando se acuestan, y les acuna el movimiento del barco, les parece algo mágico. Y nosotros disfrutamos de verlo, la verdad.
En otro orden de cosas, el trabajar con este tipo de grupos afecta a la rentabilidad de esta actividad, pues no se puede cobrar lo mismo a un grupo de amigos donde cada uno paga su plaza, que a un grupo familiar en el que todo sale del mismo bolsillo, especialmente cuando reservan el barco completo. Pero para nosotros la recompensa vale la pena.
Vuestra hija Tula, ¿viaja siempre con vosotros?
Esta es precisamente una de las recompensas. Ella participa en la práctica totalidad de los cruceros costeros, tanto en Baleares como en las Antillas, con alguna rara excepción si viene un grupo de adultos que prefiere que no haya niños a bordo, pero eso no sucede prácticamente nunca. Normalmente incluso los grupos sin niños no tienen inconveniente en que esté a bordo, y luego les divierte ver cómo se mueve a bordo una enana que lleva toda su vida navegando. Únicamente desembarca en las travesías transoceánicas, primero porque a su edad todavía no las disfrutaría, y segundo porque el espacio a bordo es vital y siempre tenemos lista de espera para estas travesías, así que su plaza la aprovechan mejor los tripulantes que vienen a cruzar el charco.
Al estar siempre viajando y navegando, ¿Se echa algo de menos?
Supongo que el estar lejos de la familia y amigos… aunque a estos últimos muchas veces los encontramos también por ahí, pues muchos son también navegantes. El resto, las comodidades de una vida sedentaria, las ciudades, etc, no nos tientan mucho. De todas formas algunos inviernos no hemos hecho temporada de caribe precisamente para hacer un paréntesis en nuestro ritmo de vida.
De los sitios que habéis visitado, ¿Qué países, islas o lugares del mundo nos recomendaríais? ¿Dónde os retiraríais?
Yo creo que el sitio que más nos gusta son las Azores, y concretamente la isla de Faial, es un lugar con un encanto especial. Rural, bellísimo, infinitamente tranquilo, pero con el punto cosmopolita que le da el ser parada casi obligada de los barcos que cruzan de vuelta a Europa cada año, lo que se traduce en una mezcla de nacionalidades muy curiosa, que contrasta con el ambiente tan local de la isla.
¿Cuál ha sido vuestra peor experiencia navegando? ¿Habéis pasado miedo?
Pienso que los peores ratos son los que preceden al mal tiempo, cuando ya sabes que te va a tocar pero aún no ha llegado. Luego, cuando llega, normalmente estás más ocupado que preocupado, y siempre piensas que ya queda poco. Además con los años cada vez anticipas más las dificultades, con lo cual las empiezas a sufrir antes de que lleguen.
¿Y el momento más gratificante?
Hay muchas situaciones gratificantes, no sabría decir cuál es la mejor…
Durante las travesías, un gran momento es precisamente cuando pasa el mal tiempo. La mañana siguiente, cuando todo ha pasado, es genial. Es lo que yo llamo “el momento Eric Clapton”, desde que una tormenta tropical nos dio un revolcón del que salimos afortunadamente sin averías, y al despuntar los primeros rayos de sol después de días de temporal, sonaba su música a bordo. Y desde luego un gran momento que además se repite en cada travesía es la recalada, el momento de avistar tierra. Para quien hace de navegar su responsabilidad profesional, completar una nueva travesía sin contratiempos es la mejor recompensa.
Por otro lado, en los cruceros costeros, es impagable ver la cara de emoción de quien coge el timón por primera vez, o el que nos escriban unos días después de desembarcar y nos cuenten que los peques ya están deseando volver.
Tienes más de 140.000 millas navegadas y 24 travesías oceánicas completadas ¿Se sigue aprendiendo?
Claro, sin duda. Yo creo que el aprender es una cuestión de actitud ante la vida, y no debería de estar en relación con la experiencia que se haya acumulado. En este momento ya son 26 travesías, y en cada una aprendo algo nuevo, saco conclusiones de las nuevas situaciones que encontramos, incluso me enseña cosas la gente que viene conmigo, aunque algunos de ellos carezcan casi totalmente de conocimientos de navegación. Y es que navegar es cuestión de sentido común, de observación, de reflexión y sensibilidad, y no sólo de experiencia, aunque ésta ayude.
Vosotros hacéis cruceros por el caribe, ¿Qué dificultades tiene navegar por el caribe? ¿Son los arrecifes de coral peligrosos?, ¿Están bien señalizados por las cartas?
Hoy en día las cosas están más preparadas que antes, aunque desde luego no tiene mucho que ver con Europa. Sigue habiendo sitios en los que lo mejor es navegar a vista, pues las cabezas de coral aisladas no aparecen en las cartas. La cartografía es cada vez más precisa, pero en ocasiones son los fondos los que cambian con rapidez. Por ejemplo el huracán Iván, que pasó muy cerca de las Grenadinas rompió mucho coral y modificó parte de los fondos en algunas zonas de Tobago Cays. Y el balizaje nocturno sigue sin ser una maravilla, por lo que a los barcos de alquiler se les sigue recomendando la navegación exclusivamente diurna.
¿Qué se suele pescar en una travesía atlántica? ¿Es fácil pescar?
Sobre todo atunes y dorados, y la verdad es que sí es fácil pescar, sobre todo en el tramo largo entre canarias y el caribe. En la vuelta hacia Europa, por el Atlántico Norte, la cosa es bastante más complicada.
¿Qué consejos nos darías para la pesca? ¿Qué señuelos o equipamiento son indispensables?
Lo cierto es que no soy un gran pescador, y de hecho sólo suelo pescar en las travesías largas, en las que realmente la pesca es un aporte importante para la alimentación. Por tanto no puedo dar muchos consejos en ese tema… por otra parte como comentaba antes, en la zona tropical es tan fácil pescar que lo he hecho con prácticamente cualquier cosa, desde aparejos y carretes sofisticados que han traído algunos tripulantes, hasta con un cordón de nylon trenzado y un trozo de plástico por señuelo. Los dorados, cuando persiguen bancos de peces voladores, que los hay por millones, parecen estar tan ciegos en su cacería que pican con lo que sea. Además son especies pelágicas que no han desarrollado miedo al hombre, y de hecho si uno se baña en una calma, en ocasiones se acercan a husmear a pocos centímetros de nosotros.
¿Qué aspectos son los más importantes a tener en cuenta a la hora de organizar una travesía oceánica?
A mi entender, la preparación y fiabilidad del barco, un buen conocimiento de las instalaciones de a bordo para hacer frente a las averías, medios para obtener información meteorológica en ruta, y no tener fechas cerradas ni para zarpar ni para llegar.
¿Qué accesorios o elementos técnicos se hacen indispensables en la navegación oceánica?
Cuando llegas al caribe y ves con qué trastos ha llegado la gente allí, uno piensa que indispensable, en realidad no hay nada… Pero es verdad que hay cosas que ayudan: medios alternativos para cargar las baterías (en la ida al caribe las placas solares rinden mejor que el eólico porque al ir en portantes el aparente es bajo, mientras que a la vuelta sin embargo, hay bastante más viento que sol), un aparejo de portantes sólido y sencillo, preferentemente con dos velas de proa atangonadas, y un piloto automático muy fiable (aunque según he comprobado, este se puede sustituir ventajosamente por una tripulación de Bilbao, que cruzarán el charco al timón sin pestañear, y no consumen electricidad, sólo vino y comida, y ésta, cojonuda, encima la preparan ellos).
¿Qué cambios o accesorios desearíais poder hacer a vuestro barco?
El Tam-Tam es un barco súper fiable, y después de todos estos años está equipado con todo lo que realmente se necesita. Sin embargo, últimamente echo de menos algunos elementos relacionados con la comodidad… será la edad, supongo. Por ejemplo, el foque yanquee va con garruchos, y me gustaría montarlo sobre un segundo enrollador, para no tener que ir a proa cuando arrecia el viento en mitad de la noche. Y en las travesías de vuelta me gustaría tener una capota rígida para la bañera, lo que los americanos llaman un “dog house”, aunque eso sería casi incompatible con el programa de verano en baleares… hay que buscar siempre un compromiso.
¿Qué cambios son fundamentales para adaptar un barco de serie a un barco realmente oceánico?
Básicamente lo relacionado con la fiabilidad y la autosuficiencia del barco. Es curioso pero el proceso a veces pasa por simplificar las cosas en lugar de complicarlas… muchos armadores olvidan eso al plantearse un programa oceánico, y tienden a sobreequipar sus barcos, haciéndolos más vulnerables a las averías. Pero como antes comentaba, hay cosas que son importantes: el sistema eléctrico tiene que estar calculado de forma que se mantenga sin depender del motor al 100%, por tanto hay que bajar los consumos medios y encontrar la forma de compensarlos con sistemas de carga alternativos. La maniobra también se suele modificar, un aparejo moderno está concebido para navegar a barlovento, y en 3.000 millas de portantes resulta inestable y se desgasta mucho si no se adapta a ese tipo de navegación. Además un aparejo adaptado a esos rumbos hace trabajar mucho menos al piloto automático y por tanto reduce la ansiedad del patrón cuando el viento sube. Otro aspecto importante es preparar la maniobra para una tripulación reducida, pues es lo más habitual en ese tipo de navegación. La lista de trabajos puede variar mucho de unos barcos de serie a otros. La base estructural de partida es lo más complicado de modificar, aunque por lo general suele ser suficiente para plantear una travesía oceánica por los alisios. Y para la travesía de vuelta, suele hacer falta reforzar la jarcia firme (por ejemplo las burdas, tan mal vistas en un crucero actual de crucetas retrasadas, se echan de menos cuando se ve al palo pandear en cada pantocazo, durante días), añadir velas de ceñida para viento fuerte (no conviene abusar de un génova a medio enrollar) y trabajar el tema de la estanqueidad de cubierta. Esto parece una obviedad, pero una cubierta que parece totalmente estanca en el mediterráneo puede resultar ser un colador tras una semana de ceñida permanente en el Atlántico.
¿Cómo podemos contactar con vosotros?
A través de deltayachtcruisers, enviando un e-mail a tamtam@deltayachtcruisers.com o llamando al teléfono 639 88 15 72.