NAVEGAR A VELA EN UN CRUCERO DE 19 PIES…
Navegar a vela en un crucero de 19 pies…
Nos han llamado descerebrados, valientes, inconscientes… -¡Estos de la vela están locos! ¡Vienen con cualquier cosa! – dijeron refiriéndose a nosotros. Quizá seamos todas esas cosas a la vez…aunque yo lo resumiría en una sola palabra…Aventureros.
Nuestro barco, el Amazona, es un barco pequeño y con pocas comodidades. El Amazona es un Hunter Europa 6.16. Un barco cuya eslora máxima son 19 pies y…todos sabemos que lo aprovechable es mucho menos…
Teníamos dos opciones. Una consistía en navegar sin llegar a ir a ninguna parte. En navegar en círculos por la bahía. Nada emocionante. La otra, en tirarnos a la mar. Salir y no volver a dormir a casa. Salir y no volver hasta que se acabe el verano.
Esperar a tener un barco mejor, o por lo menos más grande, no era una buena idea ¿Cuándo sería eso? ¿Llegaría algún día? Además… ¡Ya tenemos uno! ¿Para qué necesitamos otro? Lo que queremos, en realidad, es navegar. Y…para consuelo la Minitransat. Y para locos ellos.
Hemos desgajado, escudriñado, exprimido y navegado el Derrotero nº1 de principio a fin. Sí, en esa cáscara de nuez. Hemos, incluso, avanzado más puertos que muchos de los barcos que nos hemos cruzado este verano. Hemos llegado a dar envidia a muchos orgullosos dueños de trastos de 39 pies. La cuestión es el espíritu.
La costa norte de la Península es un deleite para los barcos de poco calado. Plagada de rías, de playas con buenos resguardos, de puertos pequeñitos de pescadores…Y nosotros, los de los minicruiser, la podemos disfrutar plenamente. Es un buen campo de entrenamiento. Y, costear tiene su rollo.
Cierto es que debemos ser muy cuidadosos, pero con una buena planificación podemos ir dando saltitos. Lo más importante es el viento. Sin motor intraborda dependemos prácticamente de él. El estado de la mar es otro cantar, todo depende de lo rudos que seamos, de las ganas de “fiesta” que tengamos, de lo que podamos aguantar a nuestro cascarón, porque todos nos rajamos antes que el barco, eso es así.
Por lo demás… ¡preparaos para sufrir! Olvidaos de volver a estirar la espalda en días, de volver a tener ropa seca y limpia, de comer ordenadamente, del ruido, de la gente, del telediario…
¡Preparaos para la vida pirata! Para ir y venir, para buscaros las vueltas y la vida, para no pensar más que en el tiempo atmosférico, para pescar por el camino, para hacer nuevos amigos, para quemaros los empeines, para vivir al ritmo del sol…¡Todo lo bonito!
Lo importante es el viento y el tiempo. Para ir de travesía en un barco pequeñito no hay que tener prisa. Nosotros procuramos plantearnos etapas asequibles y una alternativa. Esto es, si vamos a hacer treinta millas, buscar un puerto intermedio. Te puedes quedar sin viento, la mar se puede poner brava…es muy cansado timonear con caña en un barco pequeñito y cansados no rendimos bien. Tenemos que ser realistas. Un día bueno, con buen viento podemos rondar los nueve o diez nudos, pero, lo normal es que hagamos una media de tres o cuatro nudos, que el viento no sea favorable y tengamos que hacer treinta bordos…hay muchos factores que pueden hacer que una bonita travesía se convierta en un día largo y duro. Por lo general, en la costa cantábrica no tendremos muchos problemas, la podemos hacer de quince en quince millas y con nuestro tamaño y calado podemos entrar en todos los puertos.
Puede parecer que estoy soltando una arenga. Lo estoy haciendo. Quiero animaros. No hace falta un barco grande, los pequeños también flotan. Además, despertaréis simpatías allá donde valláis, lo que os generará beneficios inmediatos, tales como, una ducha caliente en una cofradía de pescadores o que nos carguen el vhf portátil en la Cruz Roja. There is no problem.
En cuanto a la electrónica, vamos a navegar de día y no vamos a perder de vista la costa…una tablet con GPS integrado y un derrotero es más que suficiente. Aunque las primeras veces íbamos con cartas y una alidada. Y si la noche es buena…
Esto que quede entre nosotros…los mejores sitios son aquellos a los que no puede llegar la mayoría de los navegantes estivales, o prácticamente ninguno. Esos pequeños paraísos de aguas verdes cuya vegetación llega hasta la orilla, casi como islas desiertas. Incluso esos más poblados a los que nadie llega en barco y todo el mundo se acerca a preguntar, a ver qué pasa y de dónde eres. En este grupo de paraísos está Plentzia, Colindres, la Ría de Ajo, Tina mayor y Tina menor, Tazones y Villaviciosa, Navia, O Barqueiro… Es imposible evitar todos los puertos grandes pero podemos organizarnos una ruta muy apañada. Además, en algún momento nos hará falta un supermercado, un restaurante, un bar, un estanco, una farmacia, una lavadora…
Tampoco es un drama entrar en una marina de verdad, resulta muy barato para barcos como el nuestro. Las lavadoras son carísimas pero el precio de atraque oscilará entre los 3’57 y los 9’23 euros. Aún así, en todo este verano…hemos pagado en tres puertos únicamente. En algunos, con eso de que eres pequeño y no molestas, ni te cobran.
Bien. Ahora sal de casa, ve a mirar tu barco. ¿Qué problema tienes? ¡Ninguno!
Puede no parecer algo trepidante y mucho menos épico. Todos queremos cruzar el charco. Eso sí que debe ser intenso y emocionante, pero…un veranazo de puerto en puerto, es un veranazo aquí y en el fin del mundo. Y, para muestra, un botón.
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