PADRE E HIJO A BORDO
CONCURSO RELATOS MARINEROS 2018
Por Jonatan Román
El intrépido niño lleno de Literatura marina y aventuras que se encuentra de pie en la proa atado a la Línea de vida, con una mano sobre el guardamancebos y la otra agarrada al cabo del foque, es mi hijo. Me mira entusiasmado del mismo modo que años atrás y con su misma edad miraba yo a su abuelo.
Salimos de una joya marítima española situada en la Región de Murcia: el Mar Menor; por su puerto, Tomás Maestre, hacia las aguas que encierra gran parte de la Historia del mundo: el Mar Mediterráneo. El cielo está limpio, el sol brilla lo preciso y el viento que viene de popa nos acaricia la espalda hasta hinchar las velas de este viejo y formidable barco. ¿Nuestro destino? Isla Grosa, frente a la lengua de arena de La Manga. Hoy convertida en un hervidero de bañistas y que en invierno es un cementerio de hormigón. Qué lástima.
Mi hijo entona una estrofa del poema que me enseñó mi padre y que ahora se sabe al dedillo:
– “¡Veinte presas hemos hecho a despecho del inglés, y han rendido sus pendones cien naciones a mis pies!”
Yo le acompaño con las preguntas que siguen y él las termina con las repuestas que son:
– ¿Qué es mi barco?
– Mi tesoro.
– ¿Qué es mi Dios?
– La libertad.
– ¿Mi ley?
– ¡La fuerza y el viento!
– ¿Mi única patria?
– ¡La mar!
Menos mal que entre tanta película de piratas anglosajones tenemos a José de Espronceda y su famoso poema.
Las olas mediterráneas nos saludan besando el casco, los cabos se tensan y gobernar el velero y seguir el rumbo empieza a requerir mejores maniobras. Agarrado a la caña y manteniendo la pala con precisión, logro que la botavara no balancee lo justo, para no ver con detalle al próximo patrón de este barco, al que le quedará este día en sus recuerdos como un tesoro. El mismo que guardo yo en mi quijotera con la imagen de su abuelo donde me encuentro ahora. Ahora ha llegado el momento.
– ¡Marinero! ¡Hijo! Abre el pozo del ancla. Hay un regalo.
– ¡¿Un regalo papá?! Dime que es el libro de Alejandro Partenain, La Cacería.
El libro lo tengo como postre después de la cena a bordo. No se espera lo que va a encontrar.
– Venga, abre el cofre.
– ¡Por la pierna de Lezo! ¡Es un catalejo!
– Dime marinero, ¿ves la isla?
– ¡Capitán! ¡Tierra la vista!
Algún día mis cenizas serán comida para peces y él encargado de traerme al mar que me vio crecer, coser redes, corretear por la borda, hacer nudos, luchar con oleajes bravos, aprender con mi padre, amar… pero hoy nos toca reír, disfrutar, jugar, ser lobos de mar en busca de aventuras, de una isla con su espalda de rocas erosionadas por el choque del Mar, contar historias de grandes barcos y valientes tripulaciones.
– Papá, cuando fondeemos cerca de la isla, jugaremos a que tú serás el Capitán FitzRoy a bordo del Beagles y yo…
– ¿Y por qué no mejor a que tú serás el Almirante Malaspina a bordo de Atrevida?
– ¡Oh! ¿Una historia nueva? ¡Cuéntamela!
– Vente a popa, siéntate en la bañera y gobierna un poco. Voy a contarte la expedición científica española más grande de todos los tiempos…
Por Jonatan Román