Te mareas

TE MAREAS

Por Administrador
Nov 6th, 2018
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CONCURSO RELATOS MARINEROS 2018

 Por  H. Sparrow

Siempre dices que no puedes salir fuera de puntas, que después de Cabo Blanco no hay nada, un precipicio,  el mar se acababa y no se puede navegar.

Esa es tu manera de contar que te mareas y que navegar fuera de la bahía no está hecho para ti.

Pero sí que sales de puntas, y más allá, hasta otros mares, otras bahías y otras islas. Y desde otros puertos sales y navegas donde haga falta, acumulando millas en radas protegidas pero también en alta mar.

Es verdad, te mareas, no siempre, pero muchas veces, demasiadas para un navegante incondicional como tú, demasiadas para un capitán responsable, demasiadas para un regatista apasionado.

Cuando presientes que va a suceder no te avergüenza tomarte una pastilla o dos. Aunque a veces no llegas a tiempo, entra mar y el navegar no es cómodo, y tienes que bajar a ponerte las botas, y estás cansado, y además huele a gasoil; entonces el mareo no tiene marcha atrás. Te atrapa irremediablemente.

Conoces todo tipo de medicamentos preventivos, y sabes que algunos te sientan mal, pero aquél italiano sí va bien, y sino pruebas los de jengibre que te compré la última vez, las gotas para embarazadas o los parches que trajo tu jefe de Estados Unidos que dan tanto sueño que te duermes mientras hablas.

Pero cuando no has llegado a tiempo, y sientes el malestar no lo dejas ver, sigues con la rutina de abordo. Te mueves con más lentitud, si las condiciones lo permiten, pero sigues adelante. Si es necesario ir a proa a arriar una vela vas, y paras a mitad de la maniobra a vomitar, y sigues arriando después.

Te da coraje no estar al cien por cien, aunque rindes prácticamente igual que si no te sintieras mareado. Si vamos juntos me pides que baje  yo a encender las luces de posición, o a buscar unas galletas o a sacarte las botas de agua; entonces sé que ya has caído, aunque tu cara no lo deje traslucir.

Desconectas el piloto y tratas de llevar el timón: eso funciona con casi todo el mundo. Contigo muy pocas veces, pero lo pruebas. Y tener el plotter delante no ayuda, ya que es inevitable fijar los ojos en el objeto AIS que aparece en la pantalla parpadeando porque vamos a rumbo de colisión. Das al zoom, miras la distancia, lo buscas en el horizonte y cuando no puedes seguir me pides que lo mire yo y te inclinas sobre el balcón de popa para dar de comer a los peces mientras te agarro por el traje de agua a la vez que miro la pantalla. Entonces te rindes por un rato y me pides que me quede de guardia.  Tratas de dormir en la bañera, con la ropa de agua y los brazos cruzados. Casi nunca duermes, cierras los ojos pero estás alerta de cualquier cambio de movimiento del barco, cualquier sonido diferente, o simplemente de que yo siga en la bañera y no me haya caído por la borda.

Y te agota. Te deja devastado. No solo el mareo, también la impotencia de no poder combatirlo, y solo quieres descansar, llegar al próximo puerto o fondear en una cala y dormir profundamente para recuperarte del sobreesfuerzo.

Tu pasión por navegar te da la fuerza para seguir adelante. Y te dejas llevar por esa pasión dentro y fuera de puntas. Te preguntas a menudo como debe ser navegar sin marearse, y yo te digo que eso para ti es un sueño que vivirás en otra vida, y que esta es el que te ha tocado vivir con todos sus ingredientes: sus barcos, sus olas, sus vientos… y tus biodraminas.

H.Sparrow

Bunyola. Octubre de 2018


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